Cómo organizar una boda sin morir de un ataque de nervios.

domingo, 18 de enero de 2015

Habemus finca

Ayer fue un día muy importante para mi. Tocaba de nuevo ruta para ver fincas para la boda, y esta vez, conté con la compañía de dos de mis mejores amigas, Noelia y Natalia que me ayudaron muchísimo (Sara tu también estabas ahí de alguna manera con nosotras, eso sí, para la próxima no te escaqueas). 


Sólo con tenerlas cerca hicieron que me sintiera un poquito más tranquila y más decidida. Quería que vieran la finca que me gustó desde el primer momento, quería que sintieran como yo que ese podía ser el sitio para el Día B y quería saber si me imaginaban allí.

Una vez que llegamos al sitio y vieron todos sus rincones sólo con ver sus caras supe que sí, que ese era el sitio. Que estaban emocionadas y que al igual que yo me estaban imaginando allí el 29 de agosto. Nos metimos en el coche y les puse la canción con la que quería llegar al altar y una de ellas empezó a llorar. Y uf esas sensaciones valen todo el dinero del mundo, que emoción. 

A pesar de que ya lo sabía, de que son muchísimos años juntas... Ayer sentí que las tres me quieren un mundo y que ese día va a ser importantísimo también para ellas. Y supe que no me equivocaba el día que sentí que quería que fueran mis damas de honor. Ellas siempre, siempre, siempre han estado ahí (unas más desastres que otras jeje) pero nunca me han fallado y mira que han pasado años. Por eso, se que voy a poder confiar en ellas, al igual que ellas en mi, durante toda la vida. Y que ese día van a luchar para que todo salga perfecto, porque me conocen y no hará falta que les diga nada porque se que ellas serán mis ojos.   

Volviendo al tema, apenas dijimos nada y nos dirigimos a la segunda finca que nos quedaba por visitar ese día, pero nada más entrar supimos que NO. No era para mi, era bonita, pero no se adaptaba a mis necesidades o quizás simplemente ya me había enamorado de la anterior y mi mente (y la de ellas) ya sólo podían pensar y soñar en la otra. Y nada más salir de la segunda, lo tuve más claro que nunca, todas las dudas que me asaltaban desaparecieron y me di cuenta de que ya tenía sitio para el que iba a ser uno de los días más felices de mi vida. ¡Habemus finca!, les dije y las tres aplaudimos emocionadas como tontas.  Menudo subidón, uno de los pasos que veía más complicado se estaba  cumpliendo, parecía que no iba a llegar el día. Y llegó y cuando supe que no existía un lugar mejor en el mundo para ese día pude respirar un poco más hondo que dos semanas atrás. Me encantaría contaros más detalles pero shhhhhhh, es un secreto! Cuando pase la boda prometo contaros todo, todo y todo!


PD: Gracias sobre todo a Sara, que fue quien me descubrió esta finca. Ella hizo que apostara por ir a verla y que me enamorara de ella. Así que primi, un millón de veces gracias porque sin ti no hubiera podido ser. Te quiero. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario